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Renovablemente destruidos

Por: Francis Rojas G.




Fuente: Anima Naturalis – Animales industrializados

BIOGUIA- Calentamiento Global


El mundo a lo largo de su existencia ha presenciado todo tipo de alteraciones, fenómenos y

cambios; sin embargo, en los últimos 500 años, este planeta y la manera en que sus especies

conviven entre ellos han dado un giro de 180°, e incluso de más. Desde que en la Gran

Bretaña del siglo XVIII se descubrió que el calor puede convertirse en movimiento gracias

a la invención de la máquina a vapor, hecho popularmente conocido como la Primera

Revolución Industrial, la capacidad de invención del ser humano ha ido solamente en

subida, demostrando que tanto el conocimiento como su imaginación son ilimitados. La

máquina a vapor o mejor dicho su invención, prácticamente han hecho el mundo en el que

vivimos hoy en día. Nuestro mundo se ha convertido en un mar de tecnología y

globalización, liderado por gobiernos democráticos y con la humanidad sintiéndose más

libre que nunca, pero también, con más poder que nunca. Nos hemos olvidado de que

Homo Sapiens (nosotros) es sólamente una especie animal más en el planeta Tierra.

Debido a este gran cambio y a la realidad globalizada y capitalista en la que vivimos, no es

difícil darse cuenta de que el nivel de producción humana en todos los sentidos es más

elevado de lo que alguna vez se haya visto. Actualmente, tampoco es noticia que se hable

repetidamente sobre el deterioro del planeta y se lo relacione al desgaste de los recursos

naturales. Se tiene la idea de que debido a esta sobreproducción, llegará el día en que todos los recursos que son indispensables para la vida se terminen definitivamente y sea el fin para todos y de todo; sin embargo, como Yuval Noah Harari describe en su libro "Sapiens" (2014), las pruebas que proporciona el pasado acerca de estos recursos es que son finitos pero sólo en teoría. En su libro, Harari demuestra de manera contraintuitiva y con hechos del pasado que, durante estos últimos siglos, ha habido un inmenso incremento tanto del uso que hace la humanidad de estos recursos como de los recursos naturales en sí. Según el autor, este fenómeno ocurre gracias a las grandes inversiones destinadas a la investigación científica y tecnológica que se dan cada vez que existe alguna mínima amenaza de la extinción de alguno de estos, que por tanto, llegaría a ser también una amenaza a la economía.

La Revolución Industrial, ha demostrado que el ser humano es capaz de inventar diversas

formas de producir materias primas y energía y hasta de inventarlas, como es el caso del

plástico. De hecho, a medida que se van descubriendo más maneras de seguir produciendo

estos materiales, su adquisición es más fácil y su precio más accesible. Esta revolución,

aparte de hacer posible la creación y reproducción infinita de los recursos naturales,

también ha mecanizado a otras especies como las plantas y los animales. Se los mantiene

vivos y saludables; sin embargo, eso no significa que se tenga interés en su verdadero

bienestar, sino que se debe más al hecho de brindar calidad de producto al consumidor. El

rol de algunos animales se ha reducido a ser comida de humanos, que por cierto, no son

animales y por eso pueden comérselos sin culpa alguna. Otra de las consecuencias de esta

revolución es el consumismo, consumismo oh santa religión; el consumismo anima a la

gente a llenarse de placeres, y cosas innecesarias que parecen tan necesarias que terminas

comprandolas todas, este consumo excesivo puede llevar incluso a una lenta

autodestrucción, como por ejemplo, a la obesidad.

Dicho todo lo anterior, se reafirma el hecho de que, sí, los recursos naturales y materias

primas pueden llegar a ser infinitas según el ser humano siga desarrollando conocimiento

científico y tecnología para lograrlo; sin embargo, esto no quiere decir que estemos

salvados o nosotros también seamos infinitos. Según los datos del libro de Harari, en el

mundo hay unas 80.000 jirafas, frente a los 1.500 millones de ganado vacuno; sólo 200.000

lobos, frente a los 400 millones de perros domésticos; sólo 250.000 chimpancés, frente a

los miles de millones de humanos. La degradación ecológica no es lo mismo que la escasez

de recursos. No somos infinitos, ya que el desorden ecológico está poniendo en riesgo la

propia existencia del Homo Sapiens; sin embargo, que dejemos de existir no significa que

el planeta lo haga. La naturaleza no puede ser destruida, simplemente cambia con los

diferentes fenómenos que la amenazan y así se ha demostrado desde hace millones de años.

El cambio que se aproxima y que va de la mano con nuestra sobrecalentamiento y

contaminación, solamente va a abrir paso para que otras especies se expandan y hasta

lleguen a tener el mismo control que nosotros pensamos que estamos teniendo. Antes de

nosotros eran los dinosaurios. La ciencia demuestra que las ratas y cucarachas están en su

apogeo, y quién sabe… quizá dentro de unos cuantos millones de años unas ratas

inteligentes contemplen agradecidas la destrucción de la humanidad. así como nosotros lo

hacemos con el asteroide que destruyó a los dinosaurios.




 
 
 

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