Renovablemente destruidos
- Francis Rojas G.
- 25 nov 2020
- 3 Min. de lectura
Por: Francis Rojas G.
Fuente: Anima Naturalis – Animales industrializados
BIOGUIA- Calentamiento Global
El mundo a lo largo de su existencia ha presenciado todo tipo de alteraciones, fenómenos y
cambios; sin embargo, en los últimos 500 años, este planeta y la manera en que sus especies
conviven entre ellos han dado un giro de 180°, e incluso de más. Desde que en la Gran
Bretaña del siglo XVIII se descubrió que el calor puede convertirse en movimiento gracias
a la invención de la máquina a vapor, hecho popularmente conocido como la Primera
Revolución Industrial, la capacidad de invención del ser humano ha ido solamente en
subida, demostrando que tanto el conocimiento como su imaginación son ilimitados. La
máquina a vapor o mejor dicho su invención, prácticamente han hecho el mundo en el que
vivimos hoy en día. Nuestro mundo se ha convertido en un mar de tecnología y
globalización, liderado por gobiernos democráticos y con la humanidad sintiéndose más
libre que nunca, pero también, con más poder que nunca. Nos hemos olvidado de que
Homo Sapiens (nosotros) es sólamente una especie animal más en el planeta Tierra.
Debido a este gran cambio y a la realidad globalizada y capitalista en la que vivimos, no es
difícil darse cuenta de que el nivel de producción humana en todos los sentidos es más
elevado de lo que alguna vez se haya visto. Actualmente, tampoco es noticia que se hable
repetidamente sobre el deterioro del planeta y se lo relacione al desgaste de los recursos
naturales. Se tiene la idea de que debido a esta sobreproducción, llegará el día en que todos los recursos que son indispensables para la vida se terminen definitivamente y sea el fin para todos y de todo; sin embargo, como Yuval Noah Harari describe en su libro "Sapiens" (2014), las pruebas que proporciona el pasado acerca de estos recursos es que son finitos pero sólo en teoría. En su libro, Harari demuestra de manera contraintuitiva y con hechos del pasado que, durante estos últimos siglos, ha habido un inmenso incremento tanto del uso que hace la humanidad de estos recursos como de los recursos naturales en sí. Según el autor, este fenómeno ocurre gracias a las grandes inversiones destinadas a la investigación científica y tecnológica que se dan cada vez que existe alguna mínima amenaza de la extinción de alguno de estos, que por tanto, llegaría a ser también una amenaza a la economía.
La Revolución Industrial, ha demostrado que el ser humano es capaz de inventar diversas
formas de producir materias primas y energía y hasta de inventarlas, como es el caso del
plástico. De hecho, a medida que se van descubriendo más maneras de seguir produciendo
estos materiales, su adquisición es más fácil y su precio más accesible. Esta revolución,
aparte de hacer posible la creación y reproducción infinita de los recursos naturales,
también ha mecanizado a otras especies como las plantas y los animales. Se los mantiene
vivos y saludables; sin embargo, eso no significa que se tenga interés en su verdadero
bienestar, sino que se debe más al hecho de brindar calidad de producto al consumidor. El
rol de algunos animales se ha reducido a ser comida de humanos, que por cierto, no son
animales y por eso pueden comérselos sin culpa alguna. Otra de las consecuencias de esta
revolución es el consumismo, consumismo oh santa religión; el consumismo anima a la
gente a llenarse de placeres, y cosas innecesarias que parecen tan necesarias que terminas
comprandolas todas, este consumo excesivo puede llevar incluso a una lenta
autodestrucción, como por ejemplo, a la obesidad.
Dicho todo lo anterior, se reafirma el hecho de que, sí, los recursos naturales y materias
primas pueden llegar a ser infinitas según el ser humano siga desarrollando conocimiento
científico y tecnología para lograrlo; sin embargo, esto no quiere decir que estemos
salvados o nosotros también seamos infinitos. Según los datos del libro de Harari, en el
mundo hay unas 80.000 jirafas, frente a los 1.500 millones de ganado vacuno; sólo 200.000
lobos, frente a los 400 millones de perros domésticos; sólo 250.000 chimpancés, frente a
los miles de millones de humanos. La degradación ecológica no es lo mismo que la escasez
de recursos. No somos infinitos, ya que el desorden ecológico está poniendo en riesgo la
propia existencia del Homo Sapiens; sin embargo, que dejemos de existir no significa que
el planeta lo haga. La naturaleza no puede ser destruida, simplemente cambia con los
diferentes fenómenos que la amenazan y así se ha demostrado desde hace millones de años.
El cambio que se aproxima y que va de la mano con nuestra sobrecalentamiento y
contaminación, solamente va a abrir paso para que otras especies se expandan y hasta
lleguen a tener el mismo control que nosotros pensamos que estamos teniendo. Antes de
nosotros eran los dinosaurios. La ciencia demuestra que las ratas y cucarachas están en su
apogeo, y quién sabe… quizá dentro de unos cuantos millones de años unas ratas
inteligentes contemplen agradecidas la destrucción de la humanidad. así como nosotros lo
hacemos con el asteroide que destruyó a los dinosaurios.
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